Sombra de aire y de fiebre

lunes, 8 de junio de 2009

BASTA

Digamos que el tiempo pasa y yo lo siento en la saliva, cada vez más espesa. Tendría que preguntarme a la conciencia cuántos reproches me reserva. Pero prefiero hacerme el sordo.

La palabra inquietud colma la realidad, como si fuera un humo concentrado. La libertad le da un pellizco al alma y uno no tiene más remedio que ser libre. De todos modos, la cordura vigila y amenaza con meternos en el corral de la razón. Somos frágiles y eso nos salva. El desconsuelo nos consuela y nos es imposible traicionar.

Por suerte no tenemos dioses que nos perdonen. A veces pienso que la vida es un error, pero claro, más error es la muerte.

Entre el ensueño y la pesadilla hay un paréntesis en el que nos formamos. Sale el sol y hacemos sombra. Sombra de aire y de fiebre, sombra de misterio.

Quién sería capaz de revelarnos y de rebelarnos. El pobre lago nos copia como fuimos y después se quiebra.

Basta de navegar en el olvido. Basta de bendecirnos en la lluvia. Basta de no ser nadie. BAsta de que el placer nos desconozca. Basta de convivir con la derrota.

Basta, carajo.

BENEDETTI

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